Coccigodinia o dolor de cóccix. El hueso que se odia.
El último hueso de la columna vertebral, vestigio de la cola de los animales, es el llamado hueso coccígeo, cóccix, coxis o, comúnmente, rabadilla. Su proceso doloroso se llama coccigodinia.
Este hueso sirve de inserción de ligamentos del suelo pélvico y se articula con el sacro. Se puede palpar en la zona cercana al ano siendo una región que emite muchas terminaciones nerviosas al peroné, genitales y ano.
Como se indica en el título, quizá sea el hueso que más veces he escuchado de los pacientes «¡lo odio!», ya que el dolor que produce es muy desagradable e impide llevar una vida normal. En ocasiones, incluso, el paciente piensa que no se le ha tomado en serio, ya que este tipo de dolores se suele menospreciar.
El motivo más habitual es la típica «caída de culo», con el resultado de una fractura de este hueso, con o sin desplazamiento. Esta caída es típica de deportes, pero también puede verse lesionado en prácticas sexuales (en «posición de perrito»). En raras ocasiones, la formología del cóccix es más curvada de lo habitual y puede doler sin haber traumatismo previo.
La coccigodinia es mucho más frecuente en mujeres que en hombres, un 80% aproximado se da en el sexo femenino porque la anatomía del cóccix es distinta, siendo habitualmente más móvil. En cuanto a la edad, es más frecuente sobre los 40 años, aunque puede verse en edades infantiles.
El dolor que produce la lesión en esta zona aumenta:
- Cuando estamos sentados: debido a la presión que se ejerce en el cóccix. Suele ser muy desagradable este dolor e impide tener una calidad de vida normal, impide viajar, conducir, etc. Se produce sobre todo al estar sentado en superficies duras, aumentando también al ponernos de pie.
- En los esfuerzos en la defecación: también puede producir mucho dolor. Hay pacientes que han tenido serios problemas de estreñimiento por el severo dolor que se produce al hacer de vientre.
- Actividades físicas y sexuales: por las inserciones musculares y por el impacto.
El diagnóstico habitualmente se realiza mediante la anamnesis (las preguntas que realizamos al paciente) con el habitual antecedente de traumatismo y con la exploración física. No es una zona «amable» a la exploración, por la cercanía con la región anal, pero si queremos saber si el problema de nuestro paciente es la coccigodinia debemos llegar a palpar la zona dolorosa.
En casos de sospecha de fractura de cóccix, podemos pedir una radiografía de cóccix para complementar el diagnóstico. Solo en casos poco frecuentes donde sospechemos otras patologías, se podrá pedir una resonancia magnética.
Y ahora lo más importante. ¿Cómo me puedo quitar el dolor? El tratamiento de la coccigodinia es:
1º Evitar sentarse sobre superficies duras. Debemos evitar periodos largos sentados y, en casos inevitables, usar un cojín o flotador donde la zona del cóccix no apoye sobre el asiento. Esta etapa del tratamiento incluye evitar deportes que impliquen esta postura, como el remo, la bicicleta, montar a caballo, o deportes con riesgo de caídas sobre la zona. Del mismo modo, hay que evitar prácticas sexuales dolorosas o «ser más cuidados@».
2º Tratamiento médico con antiinflamatorios y/o analgésicos, según el grado de dolor y la actividad deportiva o laboral del paciente. En casos de estreñimiento, se puede llegar a tener que usar laxantes para evitar el esfuerzo en la defecación.
3º Tratamiento fisioterápico: este tratamiento puede incluir el fortalecimiento del suelo pélvico, electroterapia, magnetoterapia, diatermia, etc. Un fisioterapeuta con experiencia podrá tratarle adecuadamente.
4ª Manipulación del cóccix: se realiza de forma aguda en casos de caídas con fracturas o luxaciones, por vía anal. Dado que es un proceso doloroso y poco agradable, se aconseja su realización en territorio hospitalario por los frecuentes síncopes por el gran dolor. También, en fases no agudas, hay quien realiza manipulación coccígea en consulta con aceptables resultados.
5º Infiltraciones: cuando ya el dolor se vuelve desesperante, se puede plantear la opción de la infiltración del cóccix. En mi práctica, la realizo con anestésico local (mepivacaína) y corticoide de depósito (habitualmente Trigon). La zona debe ser preparada para evitar infecciones y ser muy cuidadoso con la infiltración. Produce buenos resultados aunque no siempre son definitivos.
6º Derivación a unidades del dolor: formadas por anestesistas, pueden realizar bloqueos de ganglios y raíces nerviosas para «dormir» la zona dolorosa.
7º Cirugía: en casos muy crónicos y muy desesperantes, se puede optar por la cirugía. Dicha cirugía implica una incisión sobre la zona dolorosa, con una disección muy cuidadosa para evitar lesiones en el territorio adyacente y una extracción del hueso coccígeo o de la zona móvil dolorosa. El famoso dicho de «muerto el perro se acabó la rabia» podría aplicarse a esta cirugía con un 80% de buenos resultados.
Como traumatólogo, esta cirugía no es habitual. Como vemos, hay que subir 7 escalones de tratamiento para llegar a la cirugía, pero personalmente he tenido casos de gran alteración de la calidad de vida de pacientes que se han podido curar con esta intervención, llamada cocciguectomía. El dolor suele mejorar de forma notable a los 3 meses de la intervención.
Espero que este repaso sobre este dolor tan insoportable y tan odiado te haya sido de ayuda. Si es así, agradecería que lo compartieras para así poder llegar a más gente. También puedes seguirme en mis redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.
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