La displasia de cadera o displasia del desarrollo de la cadera (DDC) ocupa más del 30% de todas las consultas de traumatología infantil, de ahí su enorme importancia. Por ello, y por la gran ansiedad que provoca en padres, voy a tratar de reflejar en este artículo la realidad de esta patología.
¿Qué es la displasia del desarrollo de la cadera?
Bajo este término se engloba toda aquella patología de la cadera que se produce antes o durante el nacimiento o en el desarrollo de la marcha bípeda, englobando términos como la luxación de cadera (como se llamaba hace años), subluxación o displasia.
Esto se explica mejor con un ejemplo. La gelatina (sí, la gelatina) adquiere la forma del envase en el que está. Si es redondo, queda redonda. Pues con los huesos de la cadera pasa lo mismo. Si la cabeza del fémur se encuentra dentro de su articulación se desarrollará de forma redondeada y perfecta. Si no es así, la cabeza del fémur se deformará y dará lugar a secuelas, las cuales pueden ser muy invalidantes y de por vida.
De ahí que se haya establecido un protocolo en conjunto con pediatras y traumatólogos infantiles para detectar toda displasia de cadera, aunque este protocolo varía según comunidades y países (hay países con protocolo universal, es decir, se realiza a todos los recién nacidos).
La incidencia de displasia de cadera es, aproximadamente, de un caso cada 100 recién nacidos, siendo la luxación de cadera (cadera fuera, más grave) de un caso cada 1000 recién nacidos.
¿Por qué se produce la displasia de cadera? Hay muchos factores de riesgo:
a) Posición de nalgas (podálica) en el embarazo: el riesgo es significativamente mayor en bebés que han estado de nalgas; la cadera puede perder su congruencia.
b) Sexo femenino: es mucho más frecuente en niñas, hay 6 casos en niñas por cada caso en niños.
c) Historia familiar: en niños con padres con displasia de cadera, es un 12% más frecuente. Si hay padre más un hermano, el riesgo es de un 36%.
d) Escaso líquido placentario (oligohidramnios): debido a que el bebé tiene menos posibilidad de «nadar» en el útero materno, es más probable una displasia de cadera.
e) Partos gemelares: al tener menor espacio, mayor incidencia de displasia de cadera.
f) Asociación con tortícolis congénita o metatarso aducto (pie torcido): este es el llamado «síndrome del niño moldeado» y se debe a falta de espacio; el niño se moldea y la cadera puede sufrir una displasia.
En cualquier caso de bebés con algún factor de riesgo, se debe establecer un protocolo para descartar la posibilidad de displasia de cadera. Solo así se puede diagnosticar a tiempo y, si precisa, ser tratada.
¿Cómo se diagnostica la displasia de cadera? El bebé puede tener:
1.Asimetría de pliegues: esto es muy frecuente y es un motivo muy habitual de preocupación. Importante: la mayoría de pliegues asimétricos son normales, por lo que no debemos preocuparnos. Repito, no es motivo de preocupación.
2.Diferencia de longitud de piernas: una dismetría en un bebé nos puede hacer sospechar que una cadera puede estar fuera. En el caso de la imagen de arriba, además de los pliegues del muslo asimétricos, se puede apreciar en los pies una diferencia de longitud.
3.Maniobras de Barlow (tratar de sacar la cadera) y Ortolani (tratar de meter una cadera que está fuera) positivas: estas maniobras las realizan los pediatras a todos los bebés recién nacidos y, si se considera necesario, el traumatólogo infantil. En muchas ocasiones, debido a la «relajación» muscular del bebé nada más nacer, estas maniobras pueden ser positivas y después ser normales (esto siempre es una muy buena señal).
4.Clic de cadera: al igual que con la asimetría de pliegues, la gran mayoría de «clics» son normales. Como me gusta explicar a los padres en consulta, lo que nos debe preocupar es un «clunk» que nos informaría que la «bola de la cabeza» del fémur se sale de su lugar.
5.Limitación a la separación de las caderas: nos puede indicar que una cadera está luxada y, debido a ello, no puede abrir correctamente.
Si tenemos un bebé con factores de riesgo o un bebé sin factores de riesgo pero con alguna alteración en la exploración, debe ser derivado a un traumatólogo infantil. Es muy importante, repito, muy importante, porque con un diagnóstico precoz podemos evitar problemas muy graves. El traumatólogo infantil hará:
- Nueva exploración del bebé: para ver si hay alteraciones o cambios respecto a la exploración inicial del pediatra.
- Valorará realizar o solicitar una ecografía: antes de los 3 meses aproximadamente. En ella se realizarán varias mediciones para ver si la cadera está donde debe y si tiene un «buen techo».
- Si lo considera necesario por factores de riesgo o por una exploración patológica, el traumatólogo pedirá una radiografía de caderas. Esta prueba, cuando se solicita, nos permite ver de forma objetiva la posición de la cadera y, si es normal, dar el alta al bebé y tranquilizar mucho a los padres.
Radiografía donde se aprecia «cadera fuera» a la derecha de la imagen
Es frecuente la pregunta de los padres «- Doctor, ¿es necesario hacer una radiografía si la ecografía es normal?» Es normal que los padres no quieran irradiar a sus niños, pero esta dosis de radiación es bajísima y, si el traumatólogo lo ha considerado, es porque descartar la displasia de cadera es mucho más importante que la mínima dosis de radiación. Además, la ecografía es «ecografista-dependiente» y el margen de posible error (aunque rarísimo) es mayor que con una radiografía.
Ahora bien, el traumatólogo infantil ha diagnosticado una displasia de cadera. ¿Cuál es el tratamiento?
En aquellas caderas de bebés menores de 6 meses, que se pueden recolocar o son inestables, el tratamiento «estrella» es el arnés de Pavlik. Su traumatólogo se lo colocará correctamente y le hará un seguimiento estrecho (cada 2-4 semanas) con ecografía o radiografía para ver si la cadera evoluciona correctamente. La tasa de éxito es del 90%.
No ha demostrado mejorar las caderas con displasia el «doble-pañal», por lo que, aunque haya sospecha de posible displasia, no sirve de nada. Si la cadera tiene displasia, se debe colocar un arnés de Pavlik. Si no tiene displasia, el bebé debe llevar un solo pañal.
En aquellos casos de caderas que no se pueden reducir, caderas que precisan de una postura muy forzada o cuando el arnés no es efectivo, hay que abandonar este tratamiento y pasar al siguiente escalón.
En estos casos, la solución está en reducir la cadera en quirófano. No hay que asustarse, porque la agresión es mínima, y es la mejor solución para el bebé. Dentro de quirófano, pueden ocurrir dos situaciones:
1.La cadera con displasia, con el bebé dormido, se reduce correctamente y el «rango de seguridad» es elevado (en nuestro servicio lo comprobamos introduciendo contraste en la cadera (artrografía)). Se puede realizar un corte a un tendón (aductor) para relajar la cadera y se coloca un yeso pelvipédico para mantener la cadera reducida (imagen inferior). Posteriormente, y ya fuera de quirófano, se hará una prueba (habitualmente un escáner) para comprobar la reducción de la cadera.
2.La cadera es inestable y el arco de seguridad muy escaso. La cadera no se reduce correctamente y hay que eliminar los obstáculos que se lo impiden, por lo que hay que hacer una cirugía accediendo a la cadera. Una vez reducida, el tratamiento es el mismo, se coloca un yeso pelvipédico.
Este yeso es muy aparatoso pero es indispensable y debe mantenerse durante 2-3 meses. Como consuelo, el bebé no se acordará nunca de esta escayola (los padres sí y mucho, lo sé). Es muy importante explicar a los padres de su necesidad y de sus cuidados, ya que el bebé hace sus necesidades y hay que extremar la higiene para evitar los malos olores (que son muchas veces inevitables). Aconsejo colocar compresas en todos los bordes del yeso y cambiarlas cada poco tiempo.
Tras el tiempo con yeso, y tras comprobar su buena evolución, se retira la escayola y habitualmente se vuelve al arnés de Pavlik, dependiendo de cada caso. Si la evolución es favorable, se irán disminuyendo las horas de uso y se pasará a colocarlo solo en las horas de sueño.
Todo va enfocado a mantener la cadera en su articulación el máximo tiempo posible. Es por ello que, una vez que el bebé no lleva aparato ni escayola, aconsejo llevar a los bebés con las piernas abiertas (en nuestra cintura). En cuanto al porteo, casi siempre es correcto para las caderas. Personalmente, me gusta ver como la madre coloca a su bebé para comprobar si la posición es la correcta. Si esto no es posible, los padres deben ser asesorados por profesionales.
De modo anecdótico en nuestra sociedad, hay tribus que llevan a sus recién nacidos con las piernas «entablilladas» y tienen mucha más displasia de caderas, como en la imagen a continuación.
Fotografía www.usaartnews.com
Como he reflejado en varias ocasiones en este artículo, es muy importante diagnosticar precozmente y tratar correctamente la displasia de cadera. De lo contrario, una cadera fuera de su lugar generará una cojera muy marcada y una limitación funcional severa. Su traumatólogo infantil será el encargado de su asesoramiento, de su tratamiento y de sus revisiones hasta la adolescencia en casos patológicos.
Espero que este artículo os haya ayudado y haya servido para tener información actualizada y veraz de esta patología que tanta preocupación produce. En ese caso, ¿me compartes para llegar a más padres? Podéis seguirme en mis redes sociales, Facebook, Twitter e Instagram. Como siempre, ¡muchas gracias!